El entorno económico actual, principalmente en Europa, está llegando a un punto de no retorno que requiere un cambio radical en la instrumentación de las políticas económicas, so pena de provocar una situación agónica por parte de muchas economías, y con altas probabilidades de generar una nueva situación de recesión, mucho más profunda y más extendida a nivel internacional que la ocurrida en años anteriores.
El nuevo bache en la actividad real habría venido explicado, en un primer momento, a finales de la primavera y principios del verano por diversos acontecimientos, como los altos precios del petróleo, la interrupción en algunos suministros en el Norte de África o las consecuencias, superando a lo esperado, del tsunami de Japón sobre el comercio mundial. Asimismo, la vitalidad de la reanimación que se había venido observando en las grandes economías (EE.UU. y Europa) era claramente dependiente de los estímulos de las políticas macroeconómicas, y en especial de los impulsos presupuestarios (la política monetaria habría tenido un efecto más neutral sobre el sector real).
En Andalucía, tal y como se preveía, el comportamiento de la producción en el segundo trimestre ha sido peor que el observado entre enero y marzo, manteniéndose estable el PIB con relación a los tres primeros meses del año, lo que ha dejado la variación interanual en el 0,1 por ciento. En este contexto, y a tenor de los últimos datos publicados, no es previsible que el crecimiento económico en Andalucía y España para este año vaya mucho más allá del 0,5 por ciento, en tanto que los avances para 2012 situarían el crecimiento en el entorno del 1 por ciento.