Que la recuperación de la economía española, y por ende la andaluza, iba a ser lenta y complicada era algo que ya se presagiaba el pasado año, a tenor del menor ritmo de avance que mostraba la actividad económica con respecto a otros países de la Eurozona. Como consecuencia de ello, la atención ha estado centrada en las reformas que hay que llevar a cabo para mejorar la competitividad y recuperar la confianza de los mercados (mercado de trabajo, pensiones, sistema financiero,…), aunque algunas de éstas se han revelado insuficientes para resolver las disfunciones existentes, caso de la reforma laboral. Ante esta difícil coyuntura, la incertidumbre ha vuelto a acrecentarse si cabe a raíz de la inestabilidad política y social en el Norte de África y los países de Oriente Próximo y su posible contagio a otros países. El precio del petróleo, que ya venía repuntando al igual que el de otras materias primas, ha proseguido su tendencia alcista, sobre todo tras el recrudecimiento de la situación en Libia, lo que está incidiendo en el repunte de la inflación, amenazando con minar la reactivación de la economía en los países más avanzados, más aún en España donde la dependencia energética es mayor.
El Producto Interior Bruto en Andalucía ha descendido por segundo año consecutivo en 2010, aunque a lo largo del año se ha producido una suave recuperación, algo más intensa en el 1er. semestre, ya que algunas medidas de carácter transitorio (subida del IVA en julio, ayudas a la adquisición de vehículos) provocaron un adelanto en la decisiones de compra que acabaron afectando al perfil del gasto privado. En el conjunto de 2010, el PIB ha experimentado un descenso del 0,6 por ciento, uno de los más intensos del conjunto nacional (-0,1 por ciento).